¿Sabes qué es la hepatitis B y C y sus síntomas? Si no es así, no te preocupes: ¡este artículo te lo explicará! Veremos exactamente a qué hay que prestar atención cuando se trata de estas dos formas comunes de hepatitis, así como la mejor forma de tratarlas. 

Con la educación y los procedimientos de atención adecuados, no hay por qué sentirse intimidado por ninguno de los dos tipos de virus. Así que ¡empecemos!

¿Qué es la hepatitis?

La hepatitis es una inflamación aguda o crónica del hígado, generalmente causada por una infección viral. Sin embargo, existen otros factores que pueden causar hepatitis, como el alcohol, medicamentos tóxicos, hongos venenosos y la sobredosis de paracetamol. 

Además está la hepatitis autoinmune, que se produce cuando el organismo mismo produce anticuerpos contra el tejido hepático.

Los virus responsables de esta enfermedad se denominan virus de la hepatitis A, B, C, D y E. Estos virus representan un riesgo muy alto para la salud humana debido a su alta mortalidad y morbilidad; también presentan un gran peligro de propagación epidémica.

Formas de contagio

La hepatitis B y la hepatitis C se pueden transmitir de la misma manera que el VIH, a través de la sangre infectada, el contacto sexual con alguien infectado o compartiendo agujas.

Contagios Hepatitis B

La hepatitis B es una infección viral del hígado que se transmite a través de la sangre y los fluidos corporales. La forma más común de contagio es a través de relaciones sexuales sin protección, compartir agujas o jeringuillas usadas, tener contacto con la sangre infectada de alguien con hepatitis B o recibir transfusiones de sangre contaminada. 

Las madres infectadas también pueden transmitir el virus a sus bebés durante el parto.

Contagio Hepatitis C

La forma más común de contagio de la hepatitis C es el contacto con sangre infectada. Esto puede ocurrir cuando se comparten agujas, cuando se reciben transfusiones sanguíneas no seguras o cuando se comparte equipo para tatuajes o perforaciones corporales. 

El virus también puede transmitirse sexualmente, aunque esto es menos común.

Hepatitis B y C síntomas 

Hepatitis B

Los síntomas de la hepatitis B pueden variar desde leves hasta graves. Algunos de los síntomas comunes incluyen fiebre, fatiga, dolor muscular o articular, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, dolor abdominal y orina oscura. 

También se puede presentar ictericia (piel amarillenta) y heces claras. Si no se trata a tiempo, la hepatitis B puede llevar a complicaciones graves como cirrosis hepática y cáncer de hígado. 

Es importante buscar atención médica inmediata si experimenta alguno de estos síntomas para recibir el tratamiento adecuado.

Hepatitis C

La mayoría de las personas infectadas con hepatitis C no presentan síntomas durante la etapa aguda de la enfermedad. Sin embargo, aquellos que sí presentan síntomas pueden experimentar fiebre, fatiga, dolor abdominal y dolor en las articulaciones. 

Algunos otros síntomas comunes incluyen hemorragias con facilidad, propensión a hematomas, falta de apetito, coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina de color oscuro, picazón en la piel e incluso acumulación de líquido en el abdomen (ascitis).

Es importante que todos aquellos que crean tener hepatitis C se realicen pruebas para confirmarlo. Si se detecta una infección por hepatitis C temprana, hay tratamientos disponibles para ayudar a controlarla y prevenir complicaciones.

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¿Cómo se diagnostica la hepatitis? 

La detección de los distintos virus de la hepatitis es relativamente sencilla, y se utiliza un simple análisis de sangre como principal herramienta diagnóstica. 

Al entrar en contacto con uno de los virus de la hepatitis, el sistema inmunitario se pone a trabajar y produce anticuerpos específicos que pueden detectarse en la muestra de sangre. 

Según el tipo, pueden aparecer anticuerpos IgG o IgM, que indican una infección crónica, o una infección aguda, respectivamente. Además, esta prueba también proporciona información importante sobre el estado del hígado.

Tratamiento para la hepatitis B 

El virus de la hepatitis B aguda es una afección médica potencialmente grave que debe vigilarse de cerca, aunque no suele tratarse. En cambio, el seguimiento periódico de la evolución de la persona infectada puede ayudar a identificar cualquier posible complicación en las primeras fases, lo que facilita su tratamiento y reduce los posibles daños a largo plazo. 

Este seguimiento también puede incluir revisiones y chequeos periódicos con un profesional de salud especialista, ya que la hepatitis B crónica, debido a su alto riesgo de derivar en cirrosis, debe tratarse con mucho cuidado. 

Sin embargo, si hay indicios de que el virus se está cronificando, es posible utilizar fármacos antivirales durante un largo periodo de tiempo, bajo estrecha supervisión, para garantizar resultados.

Tratamiento para la hepatitis C

El tratamiento de la infección por hepatitis C suele consistir en una terapia que incluye un régimen de medicación antivírica, con el objetivo de eliminar el virus del organismo. Para medir el éxito del tratamiento, un profesional de salud suele hacer un seguimiento del tiempo que tarda el virus en dejar de ser detectable en el organismo de la persona infectada tras finalizar la terapia. 

Los resultados típicos son que el virus de la hepatitis C sea indetectable en el organismo durante al menos 12 semanas después del tratamiento. Adoptando este enfoque, la mayoría de las personas infectadas por el virus han podido recuperarse rápida y eficazmente.

Prevención

Tomar las medidas preventivas adecuadas es clave para evitar la hepatitis vírica. Es importante dar prioridad a la mejora de la higiene en lo que respecta al lavado de manos, y vacunarse para protegerse contra su contagio. 

También se recomiendan análisis de sangre periódicos para detectar precozmente cualquier signo de infección, además de practicar sexo seguro y abstenerse de compartir agujas. 

Seguir estos consejos puede reducir en gran medida el riesgo de contraer o contagiar la hepatitis vírica, marcando así la diferencia en la creciente prevalencia de esta enfermedad.

Ahora que conoces los síntomas y las opciones de tratamiento tanto de la hepatitis B como de la C, puedes estar mejor informado sobre cómo protegerte de estas ITS. 

Si crees que puedes haber estado expuesto a cualquiera de los dos virus, es importante que te hagas las pruebas lo antes posible. Cuanto antes identifiques una infección, antes podrás empezar el tratamiento.

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